NECESITAMOS A LOS SABIOS

Dicen algunos que estamos viviendo la crisis de las conciencias y que ni las nuevas tecnologías evitarán que necesitemos de nuevos pensadores. Intelectuales modernos que planteen nuevos postulados, ideas para organizar el caos de la globalidad y sus imprevisiones. Dicen que lo que necesitamos son economistas. Otros advierten del peligro de dejar sueltas a las ovejas del rebaño social y sugieren que busquemos hombres de estado (que no mujeres, ni siquiera existe la expresión -y luego hablan de ciudadanos y ciudadanas...). Figuras con suficiente carisma y autoridad para reestructurar las conciencias.



En vez de tirar piedras al aire, por qué no hacemos un estudio de situación y vemos de qué podríamos tirar. De qué hilo estamos sujetos al pasado. Con qué podemos enrollar la madeja? Y hoy, me he vuelto a encontrar con el programa más veterano de la televisión: Saber y Ganar. Me recuerdo viéndolo, de adolescente, pensando a veces que eran todos unos geaks y otras que yo también quería saber todas esas cosas. Este año ha cumplido 3000 programas. Lleva en antena desde el 97 (no era tan adolescente entonces) y ha acompañado a toda una generación, que hoy se sienta cada día frente al sofá a disfrutar con los trapos sucios de Belén Esteban. Algunos, doy fe, han cambiado un formato por otro.



Este insignificante hecho es una base de estudio perfecta para descubrir qué tipo de sociedad hemos construido. Esa que llaman en crisis, desprovista de sus valores tradicionales y perdida en el ancho mundo ético de las redes globales...



Belén Esteban es lo de menos... desaparecerá... Sin embargo, Jordi Hurtado, el presentador de Saber y Ganar sigue en pie, 13 años después. Con los mismos contenidos, la misma audiencia, el mismo formato...



A esos fieles que han sabido migrar intelectualmente de una generación analógica a una digital. A los intelectuales. A ellos habría que preguntarles. Si no al Imperio Occidental le quedan tres telediarios. Baste recordar cómo acabaron los grandes imperios de todos los tiempos, cuando dejaron de escuchar a sus sabios...