sábado, 21 de agosto de 2010

EL GENIO DE LO COTIDIANO

Me asombran las rutinas. Los pequeños momentos enlazados de cada día, imprescindibles a días, y aborrecibles en otros momentos. Por más que intentemos saltarnos la monotonía, necesitamos esos instantes, con sus horarios prefijados, sus espacios y ritos delimitados. Porque en ese terreno personal, encontramos refugio.

De igual manera, sigo encendiendo la televisión y buscando mi espacio narcotizante entre sus líneas. A veces cambio de horarios, de canales, de compañía... pero siempre se mantiene el nexo. Cuando me visita la musa, entonces me olvido de nuestro lazo imperecedero. Pero ella no siempre está. Así que la rutina rota por su presencia se vuelve monótonamente televisiva. A veces le gano la batalla, atraída por otros espacios que sí expanden mi creatividad. Otras veces, la debilidad me puede. Me vence la comodidad.

Así que me asombran las otras personas rutinarias. Respecto de mí, el sentimiento está más cercano a la reprimenda. Y todo esto que me asombra es sólo el proceder cotidiano de casi todo el mundo. Pero me asombra, por cuanto tiene de normal. Todos girando hacia el mismo lado, con un tempo personal pero socializado, girando con el mismo giro. Es increíble que no nos hayamos mareado, que sólo algunos plantemos batalla.

Quizás de tanto asombro, me acabe aburriendo. A veces me pasa, pero no puedo evitarlo.

Os dejo con la cita responsable de la reflexión:

"Lo improbable asombra a todo el mundo, lo cotidiano sólo al genio" (Jorge Wagensberg)

Y para ser un genio basta con querer dejarse asombrar, con MIRAR

viernes, 13 de agosto de 2010

Reír es arriesgarse a parecer tonto

Ya no me río mucho con la tele. No me refiero a esa media sonrisa irónica que nos aflora demasiado frecuentemente cuando encendemos el televisor. Más bien hablo de las sonrisas abiertas, francas, de las de antes. De las que te dejan relajado, las que conseguían tenerte enganchado a la caja tonta que, desprovista de toda inocencia, te impide reír desuperficialmente a riesgo de parecer tonto.

Esta mañana, las palabras de un payaso malagueño, me han devuelto la sonrisa mediática de antaño. Un tipo raro para los tiempos que corren. Un tipo normal para los raros que aún corren.

"¿Qué es reír? Reír es arriesgarse a parecer tonto. ¿Qué es llorar? Arriesgarse a parecer sentimental. ¿Qué es decir lo que piensas? Arriesgarse a quedar en ridículo. Así que niños, ya sabéis, sólo aquel que toma riesgos en la vida es realmente alguien"
Nada más opuesto al universo mediático despuralizado que me encontraré al encender la tele hoy.

jueves, 12 de agosto de 2010

TELEVISIÓN A MI CARTA

Quiero una televisión mágica. Una pantalla que me permita ver todo lo que quisiera mirar. Que proyecte mis expectativas televisivas, con la que establecer algún tipo de nexo telequinésico. Como si yo misma fuera director, guionista, actor... todo en uno... y el plasma me devolviera en imágenes las películas que yo me creo. A veces pienso que tanta revolución tecnológica no me sirve para lo esencial. Para traducirme. Por eso quiero una caja de imágenes inteligente, que reconvierta mis ondas cerebrales en series, cortos, anuncios... en pequeñas piezas audiovisuales que aligeren la pesada carga televisiva de frustraciones y críticas.

Quiero que mi pantalla mágica sea un espejo al mismo tiempo, para reírme de mi misma mientras transfiero por bluetooth mi espectro mental. Verme haciéndome mi propia película inmediata. Así que si alguien me pregunta qué quiero ver en la televisión... le contestaría que sólo quiero mirar para cubrir mis necesidades, que para eso se creó la televisión ¿no?

domingo, 4 de julio de 2010

PÍLDORAS DEPRESIVAS

Me ha dicho un amigo psicólogo que algunos de sus colegas se están pensando utilizar una nueva terapia para la depresión. Imagino que será una coña. Pero a mí me funciona: dejar de ver los telediarios.

Pensadlo... ¿Realmente os informan...? Podéis leer toda la prensa que queráis y consultar toda la información por internet. ¿Os sugieren algo?... Las noticias cada vez están tratadas desde un punto de vista más superficial, para mi gusto... (Creo que si todos hiciésemos memoria, estaríamos de acuerdo en este punto). ¿Modificia vuestras opiniones?... Las mías desde luego no. No voy a cambiar de opinión por cuatro informaciones superfluas y redundantes, la mayoría de las veces. En definitiva, cuando acaba el telediario...¿habéis aprendido algo nuevo?...¿ha cambiado algo?... O, por el contrario, notáis un cierto regusto amargo en la boca... Como si se os hubiera atragantado un trozo de realidad...

A mí me pasa que se me ocurrió pensar sobre esto. Y me di cuenta que, como mucho, lo más que consigo sacar de los "noticiarios" (me encanta esta palabra) es tristeza. La amargura del que se da cuenta que todo es ya un espectáculo, que queremos que lo sea, que nos conformamos.

Creo que deberíamos empezar a hablar de píldoras televisivas, pero para referirnos a las pastillas que nos tendrán que recetar -y sin dejar pasar mucho tiempo- para recuperarnos. Salir de la abulia de esta realidad espectaculizada y desvalorizada. Llamadme crítica, exagerada, agorera... No importa. Lo único importante es que ni tú ni yo nos deprimamos...

Así que si los psicólgos ya hacen bromas con este tema... quizás...

El ágora futbolístico

Ayer la ciudad se quedó desierta. Está naciendo una nueva oleada de emigrantes. Los que emigran de sus vidas a las de los futbolistas. Los bares son las nuevas ciudades prósperas y felices de nuestra era. Las pantallas de televisión son la entrada al nuevo olimpo de los dioses. Donde casi todos encuentran la redención a sus pecados y la respuesta a sus desdichas. Mientras algunos resistentes leen, reflexionan y se lamentan, la mayoría descubren la vía más rápida para llegar a las ciudades de la felicidad. Estas modernas metrópolis están gobernadas por chicos en pantalón corto. La divinidad suprema es el balón. Una nueva religión de fácil adopción, sin biblias, sin reglas... Sin testamentos.

jueves, 1 de julio de 2010

Telehipnosis

Incontables las veces que he intentado llamar la atención de alguien cuando estaba sentado frente al televisor, sin que se inmutara. Es una sensación sumamente desconcertante, porque no te habías planteado que esa persona estuviera sorda como una tapia. Se queda en trance. Por mucho que intentes llamar su atención, gritando, poniéndote frente a la pantalla... parece que está abducido.

Pues resulta que, según he leído esta tarde, cuando vemos la tele, nuestros ojos se inmovilizan. Quizás es algo mundialmente sabido por todos. Yo no tenía ni idea... ¿Por qué se inmovilizan? Porque el ojo al tener que moverse tan rápido para seguir la secuencia de puntitos que conforman la imagen (525 veces una línea, 30 veces por segundo), llega un punto en que se queda quieto. Físicamente, no sé exactamente cómo funciona, y tampoco creo que me interese mucho. Lo que sí me ha llamado la atención es que los ojos al inmovilizarse, también se desenfocan. Y este hecho pone a las personas en un estado de trance, también llamado ALFA.

Un estado de semiconciencia, en el que estamos especialmente susceptibles de ser influenciados...

Así que esa sensación de que han abducido al que tienes al lao cada noche a la hora del fútbol, de la peli, del tiempo... no es que seas muy sutil o susceptible o que te emparanolles, es algo real, físico.

Sin embargo, los adultos son capaces de sobreponerse a ese estado semiconsciente, frente a los niños y los adultos que no tienen la capacidad de mantenerse despiertos frente a la influencia de la pantalla. Aunque esta afirmación de capacidades, personalmente, después de haber visto demasiadas abducciones de gente con unos añitos, diría que debe ser que muchos adultos siguen siendo niños... o perezosos.

Ahora que lo pienso, si todo esto es científicamente demostrable... ¡Quizás no tengamos voluntad como espectadores, no podamos evitar ser borregas!... Ummmm... ¡Qué va, qué va! Es que nos gusta seguir dormidos...

miércoles, 30 de junio de 2010

HISTORIAS DE LA PLAYA

Ya llegó el verano, ya llegó la fruta y el que no vea Arena Mix seguro que disfruta (versión inédita y curradísima del alirón estival).

Sí, sí, mis adorados borregos, volveremos a saborear las playas de la costa española y sus interesantes historias. Cómo comerse 4 kilos de pescaíto frito, varios litros de gazpacho, unas tortillitas (de patata, que las francesas adelgazan) y unos cuantos botes de aceitunas entre tres matrimonios de cincuenta y tantos. Los maridos se colocan a un lao pa fumarse unos trujas y echarse una brisca. Sus respectivas se colocan a otro y siguen sacando manjares que ofrecen displicentemente a sus adorados esposos...

Mientras tanto, el periodista al que le han enjaretao grabar a estos señores salidos de un manual de protocolo y buenos modales, está tan harto que se le va la pinza y se pone a grabar a tías buenas. Una derivación periodística totalmente comprensible en un caso como éste.

Pero claro Paco -nombre de nuestro intrépido reportero- se ha quedado ojiplático con un grupo de tías rubísimas, esculturales, que resultan ser inglesas. El cruce de preguntas y respuestas es surreal porque las niñas no hablan español y Paco no puede retransmitir en inglés. Que si pudiera, con tal de seguirles el rollo te convertía el Arena en Sand Mix sobre la marcha... Frustrado porque su reportaje no le permite ligar con esas diosas del olimpo, decide cambiar de escenario.

Los elegidos son un grupo de chavales que a priori parecen estar tirados tranquilamente en sus toallas, y a los que quizás pueda preguntarles alguna cosa cabal. Pero... sí, acertásteis, están durmiendo la mona de la noche anterior, que pasaron, precisamente, con las inglesitas monas. En realidad, están tan perjudicaos que su español suena al inglés de las británicas.

Paco desesperado decide que su mejor opción es irse a hablar con el que tiene el puesto ilegal de sardinas a pie de playa. Quizás pueda preguntarle qué tal van las ventas. El del chiringuito sardinero le mira con cara de pena, sudando la gota gorda, y le contesta que quieren cerrarle el puesto porque resulta que eso es ilegal. Que no entiende por qué no puede él cocinar sardinas en la playa... Que ahora todo es ilegal...

Total, que Paco apaga la cámara y decide que lo mejor que puede hacer es tomarse unas cuantas cañas a ver si se envalentona lo suficiente como para ir a tirarle los trastos a la rubia de antes, no sin antes comerse unas riquísimas sardinas de esas ilegales...